sábado, 16 de febrero de 2019

CAPITULO 75





—La Primer Dama en el Today Show —dice Diego.


Camino adelante, me apoyo en el sofá, y la observo. 


—Ella es la favorita del país —añade Diego.


Miro la televisión mientras ella les deja boquiabiertos, a cada persona por la que pasa. 


—Mírate —ronroneo




CAPITULO 74




—¡Hoy tenemos el honor de dar la bienvenida a la Primera Dama en el Today Show, la señorita Paula Chaves!


—Señorita Chaves, ¿le sorprendió cuando el presidente Alfonso le pidió que actuara como primera dama?


—Mucho.


—¿Por qué le sorprendió?


—No soy dueña de un bonito par de guantes blancos.


Risas.


—El país se estaba sintiendo bastante decepcionado cuando las esperanzas de un romance entre el entonces candidato Alfonso y usted parecían disiparse. ¿Algún secreto sucio entre usted y el presidente Alfonso, trocitos de pan para la multitud?


—Oh, tengo unos cuantos. Principalmente sólo me gusta mirarle. De una manera muy profesional.


Risas.


—Es usted muy refrescante. Y el presidente Alfonso parece disfrutar mirándola, señorita
Chaves. Está es por nosotros manteniendo la esperanza.


Un pequeño rubor caliente recorre mi cuerpo mientras pienso en la noche anterior.


Dormí como un bebé, sintiéndole cerca. Aunque me desperté para encontrar su silla vacía, podía olerlo en mi almohada. Y me pregunto si me cogió por detrás durante la noche.


—Estoy totalmente comprometida con mi papel como primera dama, como él lo está en ser presidente. —Me obligo a decir.


Salgo del estudio de filmación con gritos y pancartas levantadas.


Me río y saludo, reprimiendo una sonrisa mientras Silvia, una de las agentes
designadas para protegerme, me lleva hasta el coche.


Se sube a la parte trasera del coche conmigo y nos vamos en una de las limusinas presidenciales.


—¿Qué acaba de pasar? —Pregunto.


—Es la novia de América. La aman, señorita.


—Paula —la corrijo. Miro con los ojos abiertos por la ventana, nunca imaginé que la gente me recibiría así.




CAPITULO 73






Duermo sola en el Dormitorio de las Reina. Muy consciente que Pedro, el presidente, está justo al otro lado del pasillo. Le oigo caminar a su habitación a altas horas de la noche. Voy de puntillas a mi puerta, medio escuchando mientras decido si debo ir a verlo.


Tocarle. Besarle.


Estoy presionando el oído contra la puerta cuando escucho pasos acercándose.


Mi respiración se detiene, y rápidamente me apresuro de nuevo a la cama y me deslizo bajo las sábanas cuando la puerta se abre. Pedro se cierne sobre mi puerta. Le escucho cerrar la puerta y su figura caminando en las sombras.


Me apoyo sobre mis brazos, alarmada. 


—No puedes pasar la noche, el personal hablará, y es demasiado pronto para darles a los medios el chisme que conseguirán con esto.


Se baja para sentarse en una silla junto a la ventana, a unos metros de la cama.


Arrugo la frente. 


—¿Qué estás haciendo?


—Mirándote.