viernes, 8 de marzo de 2019

CAPITULO 138




La cara del criminal está en la primera página de todos los periódicos del país.


América se regocija. A pesar de que solo vuelve a abrir la herida, por la memoria que se convierte en fresca para Pedro y su madre. 


Me dirijo con él y el pequeño Pedro para el
cementerio, tres docenas de rosas blancas en nuestras manos que fijamos en la tumba del
presidente Lucio Alfonso.


—Descansa en paz, papá —dice Pedro, dejando sus rosas después que dejo las mías.


Golpea con los nudillos la lápida, y una lágrima se desliza por el rabillo del ojo.


El pequeño Pedro sube, estableciendo su derecho en medio nuestro.


—Decansa en paz, abelo.


Golpea con sus nudillos como lo hizo su padre, y estoy medio sonriendo, medio sollozando.


Pedro sonríe a través de la acción de Pedrito, con los ojos llenos de amor por su hijo mientras despeina su cabello, lo levanta, y nos dirigimos de nuevo a la caravana. Pedro se ve tranquilo, pero en paz. La única que no puede contener las lágrimas por mi marido soy yo.





CAPITULO 137




—Sr. Presidente, el jefe del FBI, el Sr. Cox, quiere verlo lo antes posible. Lo encontraron.


La mirada de Pedro cae sobre Diego Coin como un hacha, exigiendo más.


—Tiene una presentación para ti —añade Coin.


Una mezcla de temor, miedo, tristeza y el nudo de esperanza crece dentro de mí, cuando me doy cuenta de lo que esto significa.


—Oh Dios mío —digo. Coin está hablando del asesino del Presidente Lucio.


Los ojos de Pedro cambian; se llenan de un brillo feroz.


—Vamos. —De pie, marcha por el pasillo con Diego y otros tres hombres, quienes le están poniendo al tanto de lo que está pasando.


Se detiene a mitad de camino hacia las escaleras, y luego recorta la distancia hasta mí. 


Me mira, leyendo en mis ojos lo importante que es para mí. Para todo el país. Lo que significará que la justicia resplandezca.


—Ven conmigo —dice.


Exhalo y asiento con entusiasmo, dando un paso a su lado mientras nos dirigimos a la Sala de Crisis.


Todo el mundo mira a medida que entramos. 


Pedro ha ido de mirar fijamente a la habitación a mirarme de una manera completamente intensa. Se detiene solo cuando todo el mundo empieza a saludarlo. Los saluda y me dice que me siente.


Bajan las luces, y luego se apagan.


La pared que tenemos frente a nosotros brilla, y aparece una imagen de un hombre con barba y cabello rubio claro.


—Su nombre es Rupert Larson —dice Cox.


Pedro aprieta la mandíbula.


—Continúa.


El dolor en mi corazón se convierte en un enfermo y fiero roedor mientras escucho con atención. Pedro se levanta y obtiene un café, y luego mira a la imagen, con el ceño fruncido muy duro.


—Tiene cincuenta y tres años. Se busca por cargos de violación y abuso de drogas. Creció en el sistema.


El músculo en la parte posterior de la mandíbula de Pedro se flexiona sin descanso mientras me envía una mirada que me dice que tenemos que solucionar ese sistema.


—Visto por última vez en Georgia.


Las imágenes comienzan a parpadear en la pared, revelando al hombre con diferentes peinados y colores de cabello. Vemos, en silencio. A veces los oscuros ojos de Pedro se encuentran con los míos, y se ven nítidos y metálicos, tan fríos como me siento.


—Sufre de paranoia y delirios. Al parecer, tenía algunos problemas con el Presidente Lucio. En principio le envió cartas elogiándolo por el buen trabajo que estaba haciendo. Afirmó ser capaz de ver el futuro… su asesinato. Las cartas se detuvieron durante años. Encontramos una carta no enviada detallando exactamente cómo moriría. Tres disparos. Solo pudo conseguir dos antes de que el Servicio Secreto lo atrapara. Ha estado huyendo desde entonces.


Cox lo mira mientras Pedro bebe su taza de café. Está en control, pero bajo la fachada, puedo sentir la confusión en torno a él. Le da una sombría y densa mirada a Cox, una mirada que podría causar que un hombre inferior corriera y se cubriera.


—¿Cómo podemos estar seguros de que es él? 
—Pregunta. Su voz fría.


—La segunda carta no enviada. Una confesión escrita, más como un regocijo documentado. Firmado.


El tormento que parpadea durante una fracción de segundo en los ojos de Pedro apuñala mi pecho.


Este es el asesino de su padre. El hombre que se llevó la vida de Lucio Alfonso y que ha estado libre todos estos años. Me enojo de solo pensarlo. Tan enojada como sé que Pedro está, en el fondo. Su voz no muestra evidencia del tormento, o la ira sin embargo, incluso con ese rayo letal en sus ojos. Su rostro es una máscara de piedra cuando se encuentra mirando directamente a Cox.


—Sabes qué hacer.


Me lleva fuera de la Sala de Crisis con una mano pegada a la parte baja de la espalda, y cuando por fin estamos en su dormitorio, envuelvo mis brazos alrededor de él en un impulso, sintiendo que me empuja hacia él ferozmente.


—¿Crees que lo atrapen? —Le susurro.


—Mejor que lo hagan —sisea, mirándome con los ojos abiertos completamente, su rostro lleno de dolor. Agarro su rostro cuando él agarra el mío, besándonos como si nuestras vidas dependieran de ello, su beso sabe a dolor y esperanza, tristeza y realización.


Una hora después de que Pedro fue informado, todos los agentes de las fuerzas del orden en el país han sido informados del caso y todo el mundo tiene una cara, una foto y el nombre del sospechoso. Se ganó el primer lugar en la lista de los más buscados del país y es considerado extremadamente volátil y peligroso.


Pedro se reúne con su madre, y hablan más de una hora. Hizo que el FBI recuperara la bufanda del archivo de evidencias, y se la da a ella. Llora por mucho tiempo después.


Son las dos de la mañana para el momento en que nos vamos a la cama, Pedrito ya está dormido, y Jack, a pesar de que le gusta dormir en la puerta de Pedrito para protegerlo, parece darse cuenta de que algo pasa. Se mete a nuestra habitación, mientras estamos quitándonos la ropa y salta sobre la cama con nosotros, ladrando para llamar la atención de Pedro.


Levanto las sábanas y me deslizo en mi lado, acaricio las orejas de Jack mientras él se acuesta cuando Pedro se acerca. Pedro deja caer, su musculoso cuerpo desnudo, en su lado de la cama y acaricia con la mano el hocico de Jack, luego, mueve su mano para cubrir la mía. Levanto mi mirada hacia él, me mira, y siento la mirada en todos lados. Me dice todas las cosas que no está diciendo.


—Lo siento —exhalo, desenrosca mi otra mano para revelar que estoy llevando el botón de su padre. No he podido dejar de sostenerlo durante todo el día.


—Lo siento también —dice en tono áspero. Eso es todo lo que dice.


Deslizo mis manos alrededor de su cuello, presionando un beso en su garganta a medida que lo abrazo, Jack se acomoda con un largo suspiro entre nuestras piernas.


Cinco horas después, Pedro se despierta con la noticia de que Larson fue capturado




CAPITULO 136




Más tarde ese fin de semana, tengo mi primera salida oficial, y nos dirigimos a una cumbre. 


Pedro propuso un impuesto sobre el carbono para todas las industrias que emiten carbono que han estado contaminando el aire que respiramos durante años. Dice que continuar haciendo eso no es una opción.


Él ha estado discutiendo la política conmigo y, mientras tanto, dejo que mis dedos vaguen a lo largo de su abdomen, deslizándose a lo largo de su estómago duro, a la línea de vello debajo de su ombligo.


—Con India, no obstante… —habla más bajo y una de sus cejas se eleva muy lentamente mientras baja la mirada hacia mí en interés total.


Me muevo un centímetro más cerca e inclino mi cabeza mientras bajo su cremallera. Está pesado y grueso cuando lo saco. Hundo mis manos alrededor de la base de su eje y lamo la humedad en la punta, levantando la mirada para verlo cerrar los ojos.


Lo lamo más, exhala y abre los ojos, mirándome con una expresión que es caliente, totalmente cruda, y al siguiente instante su gran mano se cierne sobre la parte posterior de mi cabeza, ejerciendo presión e instándome a bajar.