sábado, 23 de febrero de 2019
CAPITULO 96
—No te equivoques al respecto. La derecha y la izquierda tiene que trabajar juntas. Es necesario que haya un entendimiento y cooperación completa para seguir adelante. La globalización es una necesidad no sólo para la sociedad, sino para nuestra industria, para nuestro comercio, para nuestro crecimiento personal, para nuestra comprensión mental. Estamos trabajando en la eliminación de la fragmentación en nuestra sociedad. Las alas derecha e izquierda una contra la otra… ¿esos puentes quemados que hemos encontrado?
Deben ser reconstruidos. La desinformación que ayudó a llevar a los puntos de ruptura debe ser tratada. La Casa Blanca tendrá una comunicación más abierta —en línea, cartas,
citas con el presidente. Los nuevos conocimientos sobre nuestras políticas, nuestros
proyectos de ley aprobados, y nuestros planes estarán a su alcance. Nos abriremos todavía más de lo que nunca hemos hecho con este nuevo portal, y… damas y caballeros... el portal irá esta noche en vivo.
Me paro allí, dejando que el cuerpo de prensa tome notas antes de continuar, cambiando mi tono a uno más personal.
—Estoy seguro de que todos se están preguntando por qué les estoy diciendo esto,
ya que Lola hubiera hecho tan buen trabajo como yo, o incluso mejor. —Sonrío y luego hago una pausa.
—A partir de hoy, también compartiré algo importante para mí —admito, girando mi cabeza de un lado de la habitación a la otra, encontrando sus miradas—. Lo más importante que me ha pasado después de la muerte de mi padre, y ser elegido su presidente.
Las cabezas se levantan de sus garabatos.
Sé que ellos pueden decir que estoy hablando más que de política ahora.
Conozco a estos reporteros, y ellos me conocen.
Crecí con algunos de ellos. Algunos de ellos estuvieron conmigo en la universidad.
Algunos, incluso, los conozco desde que mi padre estuvo aquí.
Oh, sí, me conocen.
—Estoy seguro de que puede que no sea una sorpresa —digo, claro y sucinto, encontrando sus ojos tan cándidamente como puedo—. Estoy enamorado de la primera dama de los Estados Unidos. En este momento, una docena de furgonetas de floristas del Distrito están aparcando en la Casa Blanca, y los miembros del personal están ayudando a llenar su habitación. Voy a pedirle que se case conmigo. Hoy. —Sonrío y me inclino más cerca del micrófono—. Si tienen tiempo extra, digan una pequeña oración para que ella esté de acuerdo.
—¡Vaya a por ella, Señor Presidente! —Grita alguien.
—Lo haré. —Sonrío.
Les muestro el anillo de mi bolsillo.
—La madre de mi padre tenía dos pendientes de diamantes grandes, que le dio a mi padre. El primer diamante, él se lo dio a mi madre. El otro a mí. Quiero este en su dedo. He medido y calculado, y creo que tengo el tamaño correcto. —La idea de que tal vez no lo tenga me hace fruncir el ceño al mirar el anillo, entonces niego mientras lo guardo—. Y no crean que se lo estoy pidiendo porque Jacobs dijo que necesitaba una primera dama, aunque es cierto que me gustan los trajes que ella lleva.
Los corresponsales se ríen.
Me río también, y me apoyo en el micrófono de nuevo.
—Creo que ella es maravillosa. Está al margen de la política, sin tacha y sin mancha. Es absoluta y brillantemente humilde. Honesta, trabajadora. Y sería un honor que aceptase ser mi esposa. Ahora, si me disculpan, tengo un país que gobernar y una mujer a la que conquistar.
—¿Qué es lo más difícil, Presidente Alfonso?
—Lo último, por supuesto. —Sonrío de nuevo, entonces inclino mi cabeza—. Buenos días, señoras y caballeros.
—¿Cuándo es la boda?
—Tan pronto como sea posible. Hoy si va como quiero.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario