sábado, 9 de marzo de 2019

CAPITULO 140




Estoy en racha, y ni siquiera son las diez de la mañana.


Después de mi rueda de prensa diaria, escucho lo que todos están haciendo alrededor del mundo y haciendo unas cuantas llamadas, me encuentro en la sala de prensa.


Estoy rompiéndolo. El orgullo, la anticipación, y la adrenalina ya corriendo por mis venas, mi intención, el deseo y determinación de mantener mi asiento y continuar sirviendo y alimentando cada palabra.


—Debo admitir —digo mirando a todos en la sala de prensa—, que ser presidente es un trabajo duro. Noches sin dormir, decisiones difíciles, incluso mirar sus caras todos los días —comento, burlándome de la prensa un poco más por su total obsesión conmigo y con mi esposa—. Gente, no es un trabajo para tomarse a la ligera. —Silbo, sacudiendo mi cabeza mientras ríen—. He sabido eso desde que mi padre asumió el cargo. Hizo mella en nuestra familia. He tratado de dejar que hiciera el menor daño posible a la mía. Porque, como ven…


Hago una pausa, mirando a los periodistas a los ojos.


—Si no construyo un mañana mejor para esta familia que tanto amo, para este país que tanto amo, ¿entonces quién lo hará? Si no garantizo y lucho por su seguridad, sus derechos, ¿quién lo hará? Si niego a mis ciudadanos cada uno de mis esfuerzos, se lo niego a mi familia también. Yo no quiero fallarles a ninguno de ustedes. Este trabajo duro me ha enseñado cómo ser más fuerte, cómo ser más inteligente, y cómo ser un diplomático, pero nunca se hace más fácil. Por otra parte, no me gustaría fácil. ¿Dónde
estaría la diversión en eso?


Esto se encontró con risas.


—Gracias por estos cuatro años. Por creer en mí. Si me lo permiten, y la ciudadanía lo desea, hagamos que sean ocho. Estoy anunciando formalmente mi intención… —Mis ojos se reúnen con Paula, y quiero besar tanto la sonrisa que lleva en este momento—, a la reelección, y seguir siendo honrado como el presidente de los Estados Unidos de América.




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