martes, 19 de febrero de 2019
CAPITULO 83
Pedro se fue a una reunión con el primer ministro de Canadá, y paso los siguientes días adaptándome a la vida en la Casa Blanca.
Miro los menús del domingo, y le digo al chef que realmente no creo que necesitemos tener menús de lujo o postres de fantasía a diario, que el simple pastel de manzana servirá.
Él creó esta versión de un pastel de manzana que tiene varias capas, un poco de pastel de queso mezclado con manzanas con canela, y nunca he probado nada tan divino en mi vida.
—Nunca he ido a un restaurante con comida tan buena como la comida que cocinas, Chef.
—Es nuestro trabajo mantenerla bien alimentada y feliz, y es nuestro trabajo hacer que usted y nuestro país queden bien con todos nuestros dignatarios extranjeros visitantes.
Estamos organizando una cena de Estado para el presidente Asaf en dos meses y antes de irse, Pedro dijo—: No escatimes en gastos.
Una de las cosas que aprendí a su llegada a la Casa Blanca fue que la primera familia paga por sus gastos personales, incluyendo su personal y comida.
—Pedro, sé que tu familia tiene dinero, pero te irás sin dinero si…
Se echó a reír, y luego me afirmó—: No escatimes en gastos. Se trata de los Estados
Unidos de América y la Casa Blanca. Es una inversión.
—Si nos ceñimos a un presupuesto razonable para la cena de Estado, el Departamento de Estado pagará la factura. —Me aseguró Clarissa cuando le expresé mi preocupación más tarde.
Ocasionalmente deambulo por la casa con el restaurador, pidiéndole que me enseñe las obras y las reliquias. Hay tanta historia aquí. Tanto corazón y profundidad.
Me encanta, pero no he visto a Pedro durante días.
He mirado mi horario y tengo charlas con mi secretario de prensa, el jefe de personal y el director social, y estoy tentada a organizar mi horario teniendo en cuenta el suyo cuando regrese, cuando Clarissa me dice—: El jefe de gabinete del presidente me pidió que ajustara su horario para que pueda tener varios eventos con él.
Me sonrojo. ¿Se encuentra tan ansioso por verme como yo?
—Absolutamente; será un placer.
Ella y el director social se dan unas miradas traviesas. Me río.
—Sé lo que piensan.
—No dijimos una palabra.
—Mira, los dos estamos realmente interesados en hacer lo mejor que podemos aquí…
—No estamos juzgando, señorita Chaves, por el contrario. Se ven bien juntos.
Solo sonrío, sin saber qué decir. Lo extraño mucho. Todavía es increíble para mí estar aquí, que estemos dándole una oportunidad a esto.
Un día antes de que Pedro regrese, simplemente no puedo aguantar un segundo más. Voy al Ala Oeste.
—Portia, ¿podrías conectarme con el presidente?
—Yo… se encuentra en el Air Force One. Déjame ver si puedo conseguir contactar
con él.
Después de un momento, espero que tome la llamada.
—Hola. —Su voz es ronca.
—Perdona por molestarte, ¿estás ocupado? Oh, seguro que lo estás. —Me rio y exhalo—. Te extraño.
—También te extraño.
—¿Cenarías conmigo en el Antiguo Comedor Familiar mañana?
—Estaré allí —dice sin dudar.
Estoy nerviosa por seguir con esto. Necesito esa conexión. Me estoy volviendo loca por eso.
Quiero su fuerza, quiero sus brazos alrededor de mí, lo quiero. Solo lo quiero y deseo que sepa lo mucho que lo quiero para mí.
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