miércoles, 23 de enero de 2019

CAPITULO 16




En realidad no me había dado cuenta de que me estaba metiendo en un trabajo de tan alta tensión cuando le dije que sí. ¿Quieres ayudar a la gente, tener tiempo limitado, y no poder ayudar a todos de la forma en la que quieres? Genera frustraciones reprimidas enormes. Tengo problemas de desahogo.


Me dirijo para una rápida carrera mañanera y está allí. Pedro Alfonso es el tipo más tranquilo que conozco, uno que puede mantener la calma durante la adversidad. Mientras que el mundo está revolucionado por las noticias, y la televisión sigue repitiendo su anuncio, él está estirando sus cuádriceps.


Una gorra cubre mi pelo rojo, que está retorcido bajo ella. De alguna manera aun así me reconoce, sus cejas se elevaban sólo una fracción cuando nuestros ojos se encuentran. No lleva una gorra, su pelo se mueve por el viento, y la camisa que lleva está presionada contra su torso definido.


No sólo presentándose para ser Presidente, también correrá en la maratón de TCS en Nueva York. A pesar de que ya es una gran maratón, las inscripciones se han disparado dado que los rumores de su participación han sido filtrados. 


—Es peligroso, Pedro —le había advertido Carlisle justo esta misma semana.


Pedro se rió. 


—No estoy en esta campaña por el miedo —el miedo no tiene lugar cuando decides gobernar un país.


—¡Temerario! —Insistió Carlisle.


Pedro se levantó de su escritorio y golpeó la espalda de su jefe de campaña, negando, frunciéndole el ceño. 


—Relájate. Es sólo una maratón. Además, correr me ayuda a mantener mi cabeza fría.


Meto mi cara debajo de la gorra hasta que corro por su lado con un breve gesto de reconocimiento.


Oigo sus ligeros y ágiles pasos corriendo detrás de mí mientras se pone a mí lado, y me quedo un poco más sin aliento cuando le veo en mi periferia.


—Buenos días, Paula.


—Buenos días —digo en voz baja, tratando de mantener mi ritmo.


Corremos en silencio durante el resto de la hora.


Esto ha estado ocurriendo todos los días, durante casi dos semanas. Parece que estamos… corriendo juntos. No a propósito, sin embargo. A los dos parece que simplemente nos gusta correr a esta hora, en este parque, todos los días.


—¿Tienes algo de tiempo libre esta mañana en la oficina? —Pregunta.


—Tengo una agenda apretada.


—Nunca demasiado llena para mí.


Mis labios se tuercen irónicamente.


Sus labios se tuercen irónicamente también. 


—Tenemos algunos asuntos que discutir contigo.


—¿Qué tipo de asuntos? —Pregunto con recelo—. ¿Tuyos o míos?


—¿No es lo mismo?


Dejo de correr, curiosa —más curiosa que nuestros gatos, como dice mi madre. 


—¿Qué es?


Él ríe. 


—Paciencia, saltamontes. Voy a hacer que Carlisle lo gestione por ti.


Echo un vistazo a su enorme perro negro, que se ha sentado inmediatamente de manera protectora a su lado. Sonrío. 


—¿Le gusta su collar anti pulgas?


Él mira al perro como si sólo ahora se diera cuenta de que parece poderosamente cómodo con él. Sonríe, después pone un dedo en el final del collar. 


—Vamos, Jack. —Se dirige hacia el coche—. ¿Quieres que te llevemos?


—Estoy bien, gracias.


Viéndose decepcionado, abre la puerta y entra, y se van.


Me quedo, estirándome un rato, y no parezco poder evitar repetirme nuestras conversaciones y sonreír. ¿Por qué sigo corriendo en este parque? ¿Por qué sigue él corriendo en este parque? ¿Por qué de repente es importante para mí saberlo?


Sabía que iba a ser desafiada de muchas maneras cuando tomé el trabajo, pero nunca imaginé que me fascinaría tanto no sólo con los aspectos de la campaña, sino con el mismo candidato. Es un hombre que podría, en menos de un año, ser nuestro Presidente. El conocimiento sobre nuestro país y una verdadera comprensión de cómo funciona se filtra por sus poros.


Tengo mucha curiosidad de saber más sobre lo que piensa, pero es Pedro quien me tiene más curiosa.



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