lunes, 28 de enero de 2019

CAPITULO 33




Este jueves, estamos en uno de los campus universitarios más grandes de Colorado, Pedro está hablando a una multitud extasiada de decenas de miles. Estaba muy emocionado por esta visita.


—Nuestro futuro está en nuestros estudiantes universitarios y en nuestros hijos. Diablos, no puedo hacer suficiente hincapié en lo importante que es inspirar para que se involucren activamente, para que contribuyan. —Me dijo esto durante el vuelo, y me hizo estar doblemente decidida a asegurarme de que todo fuera sin problemas durante el discurso.


Incluso el tiempo parece haberse ceñido al plan, y el tiempo es la peor pesadilla de todo planificador. El cielo está despejado, y la multitud es más grande de lo que esperábamos.


El poderoso discurso de Pedro no deja dudas sobre su capacidad de liderazgo.


Mientras Pedro se coloca detrás del podio, hay una voz entre la multitud. 


—¡Vamos, Alfonso!


Otro grito entre la multitud. 


—¿Dónde has estado, Alfonso?


—Lo siento por hacerlos esperar —dice, sus labios formando una de sus sonrisas más asesinas.


Mi estómago se estremece por la emoción.


La multitud continúa interrumpiendo, gritando. 


—¡Pedro! ¡Eres nuestro candidato, Pedro!


A veces Pedro se ríe, o les saluda, como si fueran viejos amigos. Pero cuando se pone serio, también lo hacen las personas. Sus manos en el podio, se mantiene erguido y confiado cuando habla de que somos los mejores, de cómo para ser grandes necesitas trabajar más que el resto.


Cómo las mismas viejas puertas no se abrirán a nuevas oportunidades


La facilidad de estar en la cima nos ha tentado a dejar caer la pelota y relajarnos en nuestra propia gloria… una gloria que tenemos que iluminar, como una nación, juntos. 


—Nadie te va a traer lo que buscas. Nadie va a dejar tus sueños cumplidos en tu puerta. Así que, ¿qué es lo que quieres? Y lo más importante, ¿qué estás haciendo para conseguirlo?


—¡Alfonso, Alfonso, Alfonso! —Grita el pueblo.


Una oleada de felicidad corre por mi cuerpo mientras el coro ondula a través de las gradas.


¡Dios! Lo aman, lo adoran y veneran, y por la manera en que sonríe y se ríe de los cumplidos que le dan, los adora también a ellos.


Ningún otro candidato en la historia de los EE.UU. ha ganado la presidencia a esta edad, pero las multitudes están llegando a verle. Su riqueza y el nombre le ganaron unos cuantos seguidores, pero es su carisma, el tener los pies en la tierra, lo fácil que es relacionarse con él lo que te hace sentir como si te entendiera, tus problemas, como si él supiera lo que necesitas, incluso si tú no.


Y no sólo eso, en comparación con sus competidores, el favorito entre los republicanos y el Presidente Demócrata, fósiles, ambos, se ve tan joven y fuerte, rodeado por un equipo con ideas nuevas y frescas. Las probabilidades están en su contra, pero los puntos están a su favor. América quiere un cambio. América quiere crecer. América quiere ser joven y poderosa de nuevo.



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