jueves, 14 de febrero de 2019

CAPITULO 69



No duermo esa noche. Me acuesto despierta en la cama en mi pequeño apartamento, tocando mis labios. Presionando mis ojos cerrados con todos los recuerdos volviendo sobre mí. Cómo los ojos de Pedro vuelven a perseguirme. Pedro diciéndome que me quiere en la Casa Blanca. Pedro una vez me dijo de la mujer con la que se instalaría algún día:
—Un día haré todas las cosas que necesito. Y ella será mía. Marca mis palabras.


—¿Sabe ella esto? —Le preguntó en voz baja.


—Acabo de decirle —dice.


El calor corre a través de mi torrente sanguíneo cuando lo recuerdo. Quiero demostrar que soy digna. Que merezco estar allí. Que merezco ser la mujer al lado de Pedro Alfonso.


Sé que no será fácil ganar al público. Pero sé que, a pesar del miedo, de la incertidumbre, la duda de sí misma, todavía soy esa chica. La que quiere hacer la diferencia. La que se ofreció a ayudarlo con su campaña. La que cayó irremediablemente enamorada de él.




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