viernes, 1 de marzo de 2019
CAPITULO 118
Durante la semana, tengo otro grupo de visitantes importantes en la Casa Blanca.
Los niños de una escuela de arte local llegan, y he creado pequeñas mesas en la Sala Este para que podamos hacer un proyecto de la Casa Blanca con temas.
Una de las niñas de seis años me llama a su mesa y me pregunta—: ¿Así?
Me acerco y ajusta el papel para que pueda verlo. Justo entonces, ella levanta el cepillo y mancha de pintura mi mejilla, y me río cuando veo a Pedro detenerse en la puerta, la habitación se queda en silencio por un segundo, seguido por una ronda de jadeos de los niños.
—Niños —me enderezo, todavía riendo mientras tomo una servilleta y empiezo a limpiar mi mejilla—, tenemos un visitante especial. ¡Es el presidente!
Y cómo me encantan las expresiones en sus caras cuando Pedro se inclina hacia adelante en el micrófono en el podio en el extremo de la habitación.
—Quien haya pintado a la primera dama —dice, guiñando un ojo—, hizo un buen trabajo.
Me río y él se acerca, se inclina hacia la niña y le asegura—: Ella se ve aún más hermosa que esta mañana. —Él toma la servilleta de mí y limpia la pintura, sonriendo.
Nos miramos el uno al otro sobre los niños.
Ambos pensamos que habrá uno de los nuestros aquí antes de que lo sepamos.
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Ayyyyyyyyy no pueden ser más tiernos.
ResponderEliminarQue bruja resentida la primera dama rusa!!!
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