miércoles, 27 de febrero de 2019
CAPITULO 112
Una semana después de nuestro regreso de Camp David, me deslizo en mi sujetador y me siento un poco hinchada cuando me pongo la falda. La semana pasada, cuando me di cuenta de que era tarde, lo atribuí a los enormes cambios de vida de los últimos meses, además del hecho de que la píldora podría estar causando algún desarreglo, pero ahora estoy preocupada. No soy tan irregular. Nunca lo he sido.
No puedo dejar de pensar en ello mientras hago una entrevista en una de las habitaciones de la Casa Blanca. Cuando terminamos, llamo a mi secretaria de prensa. Lola tiene treinta y cinco años, joven y decidida, he desarrollado una buena amistad con ella.
Aunque pueda estar más cerca de Alison, como es nueva en la Casa Blanca como yo, Lola es un poco más inteligente con los secretos y realmente necesito que esto esté entre nosotras.
Me encuentra en el Salón Oval Amarillo, donde he estado caminando sin parar.
—Necesito un favor.
—Cualquier cosa.
—Necesito que Kayla venga a visitarme. Y encontrar una manera de alcanzarme discretamente una prueba de embarazo.
—Eso no es necesario. Me pondré en marcha.
—Gracias, Lola.
No le toma mucho tiempo. Menos de una hora más tarde, regresa con una bolsa de plástico sin marca en la mano.
—Muy bien, tuve cuidado con quien le pregunté. Pedí varias marcas también. — Las entrega, sonriendo—. Estoy nerviosa y emocionada por ti.
—Estoy nerviosa y emocionada también.
Se va, y me apresuro por el pasillo al dormitorio de las reinas y paso por todo el procedimiento. Cuatro veces. Cada uno de esas ocasiones, es positivo.
Estoy embarazada del bebe de Pedro Alfonso.
Miro las pruebas con perplejidad, asombro, emoción, y miedo. Termino paralizada por el miedo.
El shock me golpea.
Estoy confundida, vagando inquieta por los pasillos mientras espero a que termine en el ala oeste para el día. Llamo a Portia y le pregunto cuando puedo ver al Presidente.
Él está en una reunión de gabinete, pero me asegura que me dejará saber cuándo él haya terminado y me coloca antes de que se reúna con su consejero de seguridad nacional.
Cuarenta y ocho minutos más tarde, entro en el Salón Oval, y Pedro mira hacia abajo unos papeles, sus gafas posadas en su elegante nariz, una de sus manos agarrándose el cabello como si estuviera frustrado. Algún proyecto de ley que no está todavía allí, supongo.
—¿Pedro?
Respiro en jadeos superficiales y rápidos y coloco mi mano sobre mi estómago mientras levanta la cabeza, la preocupación se graba en su rostro.
—Estoy embarazada. —Mi voz es tranquila, preocupada, pero aterriza como un peso gigantesco en la habitación.
Pedro se aparta lentamente sus gafas para mirarme, levantando una ceja. Su rostro pensativo, fuerte e ilegible. Hay un rayo de esperanza en sus ojos: esperanza y algo crudo y primitivo.
—Estoy embarazada. Estoy tratando de mantener la calma y de no asustarme —
admito, mi voz sonando a un susurro.
Sus ojos parpadean como si estuviera luchando contra alguna emoción innombrable; Baja la cabeza por un largo y eterno minuto.
Y luego pone sus gafas a un lado y patea la silla hacia atrás, cruza la habitación, me agarra por la barbilla para que mis ojos estén a la altura de los suyos, y pone su mano sobre mi estómago, bajando la cabeza, inhala y pone su frente en la mía.
—Dilo. Otra vez —gruñe.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
AYyyyyyyyyyyyyyyyyy mi amor, se lo largó sin anestesia el embarazo jajajaja. Y él reaccionó bárbaro. Me fascina esta historia.
ResponderEliminarYo pensé lo mismo que silvia jajaja que lindo se viene un bebé!!
ResponderEliminar